Os dejamos aquí el relato y las fotos de la experiencia Erasmus de Ester Aragón Pozo, alumna de Estética que ha realizado sus prácticas FCT en el Instytut Zdrowia i Urody-
Fantastic Body de Wroclaw, Polonia. Agradecemos su colaboración:
"Mi experiencia
como Erasmus en Polonia ha sido una de las mejores de mi vida.
La verdad es que en tan sólo 3
meses la perspectiva de tu vida cambia drásticamente, te obligas a
salir de tu zona de confort y eso se nota.
Se nota en la gente con la que te relacionas, en la comida que pruebas,
los lugares que visitas, las experiencias que vives.
Es una oportunidad única para
todo.
Conocí a muchísima gente nueva, e incluso no paré de
conocerla hasta el último minuto del
vuelo. Personas de todo tipo y nacionalidad. Y cuando unos llegan, otros se van porque cada uno tiene un tiempo de estancia distinto. Al estar en otro país distinto se desarrolla
una especie de comunidad en la que
entras y te relacionas con gente con la que en España puede que nunca hubieras
entablado una conversación, sin embargo, allí todo es distinto. Como si por el
simple hecho de hablar el mismo idioma ya fueseis mejores amigos.
En mi caso la barrera del idioma
más que una simple barrera era muro de hormigón armado, a pesar de poder
comunicarme en inglés con mucha gente, con otra no era tan sencillo, ya que
sólo hablaban polaco. Pero aun así, el cerebro se adapta y lo que antes te
sonaba a un dialecto indescifrable de un país perdido en el fin del mundo,
luego te ves a ti mismo/a diciendo pequeñas frases y
palabras con las que sobrevives como: “Buenos días, gracias, que aproveche,
perdón, de acuerdo, ¿cómo estás? Etc. “
Las dices como si las hubieras
dicho toda tu vida, incluso, hoy en día, unas semanas después de mi llegada a
España, todavía tengo que reprimir el impulso de decir “przepraszam” (perdón) inconscientemente en determinadas
situaciones.
Y para mi sorpresa y la de mis
compañeras en las prácticas, aunque sólo pudiera decir palabras sueltas y no entendiese la mayoría de las cosas
escritas, sí que entendía muchas de las
conversaciones que tenían entre ellas.
Las primeras
semanas fueron las peores, no sólo por
el idioma, sino por todo. La temperatura
a -12ºC cualquier día a las 3 de la tarde, las calles grises y los edificios cayéndose a
trozos. Pasarte 4 horas haciendo la compra porque no estás seguro/a de qué es lo que estás comprando, llegar a
casa y darte cuenta de que lo que has comprado no te gusta. Tener que pensar en
otra moneda, darte cuenta de que todo el
mundo lleva 4 capas de ropa menos que tú. Usar el GPS y el traductor para cada pequeña actividad de tu vida, La inexistencia de
persianas en los edificios...
Pero todo lo malo tiene una parte buena, y en este
caso muchas cosas buenas. Te das cuenta, para tu sorpresa, de que tienes un
nivel de inglés bastante decente. Una compra de
lo que hubieran sido 40-50 euros en comida en España, allí te cuesta 17
euros. Hay fiesta y ambiente en los
locales todos y cada uno de los días de la semana. Puedes recorrerte Europa en tu tiempo libre.
Y estas ventajas se acentúan más cuando pasan los días y la primavera y el verano se acercan. No te da pereza madrugar porque a las 3 y media de la noche empieza a amanecer, por lo que a las 6 de la mañana hace tanto sol que puedes salir en tirantes y pantalones cortos. Las calles se llenan de colores y gente. Te percatas de que los edificios aunque son viejos por fuera, por dentro están genial. Te sorprendes hablando para ti mismo/a en inglés. Y pasas por esa misma calle que meses atrás estaba llena de barro, cuyas casas parecían derrumbarse y por donde evitaste pasar por si te atracaban o algo peor; Ahora paseas tranquilamente, porque sabes perfectamente que las apariencias engañan. Del barro han crecido césped y flores silvestres, y debajo de esa fila de casas que aparentemente se pueden derrumbar en cualquier momento hay aparcados 2 Audi y un Ferrari (verídico).
Volvería a repetir sin duda la experiencia y procuraría aprovecharla más, probar más cosas, viajar a más ciudades y conocer a más gente, porque 3 meses dan para muy poco.
Y ahora que estoy en España me doy cuenta de lo cambiada que estoy, de que ya no me importa viajar sola o en compañía, de que no me importa probar cualquier cosa porque lo peor que puede pasar es que no me guste, que ya no hay prejuicios o ideas preconcebidas sobre algo y de que vivir en la zona de confort está bien, pero que hay que salir para conocer cosas nuevas, porque siempre podrás volver a ella."