martes, 19 de junio de 2018



Os dejamos aquí el relato y las fotos de la experiencia Erasmus de Ester Aragón Pozo, alumna de Estética que ha realizado sus prácticas FCT en el Instytut Zdrowia i Urody- Fantastic Body de Wroclaw, Polonia. Agradecemos su colaboración:



"Mi experiencia como Erasmus en Polonia ha sido una de las mejores de mi vida.
La verdad es que en tan sólo 3 meses  la perspectiva de  tu vida cambia drásticamente, te obligas a salir de tu zona de confort y eso se nota.  Se nota en la gente con la que te relacionas, en la comida que pruebas, los lugares que visitas, las experiencias que vives.   
Es una oportunidad única para todo.
Conocí  a muchísima gente nueva, e incluso no paré de conocerla hasta el último  minuto del vuelo. Personas de todo tipo y nacionalidad. Y cuando unos llegan,  otros se van porque cada uno  tiene un tiempo de estancia distinto.  Al estar en otro país distinto se desarrolla una especie de comunidad  en la que entras  y te relacionas con gente  con la que en España puede que nunca hubieras entablado una conversación, sin embargo, allí todo es distinto. Como si por el simple hecho de hablar el mismo idioma ya fueseis mejores amigos.



En mi caso la barrera del idioma más que una simple barrera era muro de hormigón armado, a pesar de poder comunicarme en inglés con mucha gente, con otra no era tan sencillo, ya que sólo hablaban polaco. Pero aun así, el cerebro se adapta y lo que antes te sonaba a un dialecto indescifrable de un país perdido en el fin del mundo, luego  te ves  a ti mismo/a diciendo pequeñas frases y palabras con las que sobrevives como: “Buenos días, gracias, que aproveche, perdón, de acuerdo,  ¿cómo estás?  Etc. “
Las dices como si las hubieras dicho toda tu vida, incluso, hoy en día, unas semanas después de mi llegada a España,  todavía  tengo que reprimir el impulso de decir “przepraszam”  (perdón) inconscientemente en determinadas situaciones.
Y para mi sorpresa y la de mis compañeras en las prácticas, aunque sólo pudiera decir palabras sueltas  y no entendiese la mayoría de las cosas escritas, sí que  entendía muchas de las conversaciones que tenían entre ellas.
Las primeras semanas fueron las peores,  no sólo por el idioma, sino por todo. La temperatura  a -12ºC cualquier día a las 3 de la tarde,  las calles grises y los edificios cayéndose a trozos. Pasarte 4 horas haciendo la compra porque no estás seguro/a  de qué es lo que estás comprando, llegar a casa y darte cuenta de que lo que has comprado no te gusta. Tener que pensar en otra moneda, darte cuenta de que  todo el mundo lleva 4 capas de ropa menos que tú. Usar el  GPS y el traductor para cada pequeña  actividad de tu vida, La inexistencia de persianas en los edificios...


Pero  todo lo malo tiene una parte buena, y en este caso muchas cosas buenas. Te das cuenta, para tu sorpresa, de que tienes un nivel de inglés bastante decente. Una compra de  lo que hubieran sido 40-50 euros en comida en España, allí te cuesta 17 euros.  Hay fiesta y ambiente en los locales todos y cada uno de los días de la semana. Puedes recorrerte Europa  en tu tiempo libre.

Y estas ventajas se acentúan más cuando pasan los  días  y la primavera y el verano se acercan. No te da pereza madrugar porque a las 3 y media de la noche empieza a amanecer, por lo que a las 6 de la mañana hace tanto sol que puedes salir en tirantes y pantalones cortos.  Las calles se llenan de colores y gente.  Te percatas de que los edificios aunque son viejos  por fuera, por dentro están genial. Te sorprendes hablando  para ti mismo/a  en inglés.  Y pasas por esa misma calle que meses atrás  estaba  llena de barro, cuyas casas parecían derrumbarse  y  por donde evitaste pasar por si te atracaban o algo peor; Ahora paseas tranquilamente, porque sabes  perfectamente que las apariencias engañan. Del barro han crecido  césped y flores silvestres, y debajo de esa  fila de casas que aparentemente se pueden derrumbar en cualquier momento hay aparcados  2 Audi y un Ferrari (verídico).
Volvería a repetir sin duda la experiencia y procuraría aprovecharla más, probar más cosas, viajar a más ciudades  y conocer a más gente, porque 3 meses dan para muy poco.
Y ahora que estoy en España me doy cuenta de lo cambiada que estoy, de que ya no me importa  viajar sola o en compañía,  de que  no me importa probar cualquier cosa porque lo peor que puede pasar es que no me guste, que ya no hay prejuicios  o ideas preconcebidas sobre algo y de que vivir en la zona de confort está bien, pero que hay que salir para conocer cosas nuevas, porque siempre podrás volver a ella."